Hay momentos en la vida en los que sin comerlo ni beberlo, sin motivo alguno, algo nos afecta. Como los temas laborales, personales, enfrentamientos… nos hundimos.
Durante esos períodos nos evadimos de todo y de todos, como huyendo de nosotros mismos, escondiendo la cabeza bajo tierra como si fuéramos avestruces. ¡Qué sabio es el mundo animal! Sin embargo, tarde o temprano hay que sacar la cabeza del agujero y mirar con nuestro largo cuello más allá. ¿A caso no lo merecen las personas de nuestro entorno? ¿No es más lógico dejar de fingir estar siempre bien e intentar vislumbrar la luz? Si algo ha ido mal y si hay algo grave sólo hay dos opciones: hay solución o no la hay, pero torturarse no debe ser una de ellas.
Sí, debemos superarnos a nosotros mismos y avistar la luz. Volver a encauzar nuestros deseos, pasiones, ambiciones, sueños… todo aquello que nos realiza como personas para poder evolucionar y seguir un paso más adelante. Avanzando como personas y profesionales y siendo fieles a nosotros mismos y a aquellos que nos quieren y aprecian.
Para combatir un poco esa desmotivación aquí te dejo algunas ARMAS DE COMBATE.
¿O crees que no merece la pena luchar?
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